La tercera edad

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    Hombre de la tercera edad con las gafas caídas

    Parte de la sociedad aún considera a los ancianos como una carga, debido a la falta de productividad económica de los mismos, y a la imagen de deterioro físico y psíquico que se puede presentar en la tercera edad.

    Pero cada día más, las personas de la tercera edad, desarrollan actividades sociales, culturales, recreativas, específicas para su edad, y cumplen un papel importante en la sociedad a nivel de su pertenencia a diferentes grupos o asociaciones participativas, por la acumulación de una experiencia enriquecedora para trasmitir a los jóvenes.

    Por otro lado, la mayoría de las actitudes de los abuelos no son resultado del simple proceso biológico o psíquico de envejecimiento, sino que éste envejece dentro de un grupo familiar y social determinados. Según la concepción y respeto que éstos tengan por las personas de la tercera edad, el deterioro general será de mayor o menor grado.

    El envejecimiento no debe ser considerado un proceso negativo, sino una etapa más de la vida, que si bien se caracteriza por la disminución de algunas funciones del individuo,

    ésta puede ser de menor grado si se mantiene una vida lo más activa posible, tanto en el sentido del ejercicio físico como en la actividad social, dentro de una familia que lo valore, escuche sus necesidades y le brinde afecto.

    La jubilación es un cambio determinante que se da en esta fase de la vida y que conlleva una pérdida económica y del rol social. Es muy importante la preparación para la misma, y así prevenir los efectos negativos que puede traer ligados, como depresión, cambio de carácter, insomnio.

    Por ello, es necesario pensar en actividades o tareas alternativas para realizar una vez que ya no trabajen, y que los mantengan activos; lo cual les permitirá mantener gran parte de su potencial físico e intelectual.

    Algunas características del proceso de envejecimiento

    Los siguientes son algunos de los cambios a nivel orgánico y psicológico que caracterizan a la vejez:


    – Modificaciones anatómicas en la tercera edad:

    Alteraciones de talla y postura: encorvamiento de las rodillas, curvatura hacia delante de la columna vertebral; disminución de la altura de la columna por disminución de espacios entre los discos intervertebrales.
    Modificación del peso y de la grasa corporal: tendencia al aumento de peso; redistribución de la masa corporal (se localiza en abdomen y caderas y disminuye en la cara y glándulas mamarias).

    Modificaciones de la distribución del vello: disminución del vello corporal y aumento en la cara.

    Modificaciones faciales: acentuación de arrugas; hundimiento de los ojos por disminución de la grasa en la órbita de los mismos.

    Cambios funcionales del envejecimiento:

    • Endurecimiento y pérdida de elasticidad de las arterias, arteriosclerosis.
    • Tendencia al aumento de tamaño del corazón.
    • Disminución de la función de filtración del riñón.
    • Disminución de la elasticidad de los pulmones y propensión a la fibrosis.
    • Pérdida y desgaste de piezas dentarias.
    • Disminución de la cantidad de papilas gustativas y de la agudeza olfativa.
    • Disminución de la segregación de la saliva.

    Modificaciones de la personalidad en la tercera edad:

    • Aumento del grado de precaución y prudencia.
    • Acentuación de la perseverancia, rigidez y miedo a los cambios.
    • Creciente preocupación por los cambios corporales.
    • Reiterados procesos de duelos por las pérdidas sentidas o vividas en este período de la vida (de la juventud, de la salud, de las fuerzas, de la vida; o pérdidas reales de familiares y amigos).

    – Cambios en la memoria y aprendizaje en la tercera edad:

    Disminuye la rapidez con que se efectúan las tareas intelectuales. La edad afecta mucho más a «cuanto se hace» que a «cuan bien se hace».
    Hay tres tipos de memorias: la remota, reciente e inmediata. Las dos últimas son las que se deterioran con los años.

    En cuanto, a la capacidad para los aprendizajes, declina más lentamente en aquellas personas que mantuvieron una actitud activa en la vida.

    Decálogo de consejos sobre la tercera edad

    A continuación algunos consejos, dirigidos a hijos o allegados, para que una persona de la tercera edad disfrute de una buena calidad de vida:

    1. Evitar el sedentarismo. Estimularla para que realice distintas actividades físicas, de acuerdo a sus posibilidades. Desde salir a caminar unos minutos diarios, hasta realizar periódicamente gimnasia para la tercera edad. Esto mantendrá su cuerpo con tonicidad muscular y permitirá un buen funcionamiento del mismo.
    2. Alimentarse correctamente. Controlar la dieta del adulto mayor es fundamental para preservar su buena salud. Además de ayudarlo a seguir, si la tuviera, la dieta indicada para alguna enfermedad determinada.
    3. Ocupar el tiempo libre recreativamente. La inserción del adulto mayor en actividades programadas específicamente para la tercera edad es una vía de esparcimiento ideal. Le otorga independencia y aumenta su autoestima.
    4. Abrigarse correctamente en invierno e ingerir abundante cantidad de agua en verano, son las dos recomendaciones en que se debe insistir para evitar que se resienta su salud en estas estaciones del año que pueden ser muy duras para él.
    5. Controlar la toma de medicamentos, que lo haga en la cantidad correcta, en el horario indicado y que no se olvide. Además, que no se automedique ante cualquier dolor que le surja; que consulte al médico ante la menor duda, ya que en la tercera edad es más importante que nunca la atención inmediata ante un malestar.
    6. Mantener una buena relación con la familia y amigos. Evitar el aislamiento de la persona mayor, facilitando la comunicación; pensar en las características psicológicas de esta etapa de la vida, ayudará a comprenderlo y escucharlo. El vínculo con personas de su edad, es importante para compartir sus intereses y sentimientos.
    7. Realizar las mejoras necesarias en la casa del abuelo o vuestra – en el caso que se traslade a vivir con vosotros. Estas deben dirigirse, principalmente, a lograr la comodidad, movilidad y seguridad del mismo. Esto le otorgará autonomía que desemboca directamente en mayor autoestima y dignidad.
    8. Prevenir caídas, tanto con las medidas de seguridad tomadas en casa, como evaluando la necesidad de un instrumento de ayuda; y si es preciso, guiarlo para que presten más atención y tenga más prudencia al desplazarse.
    9. Acompañarlo al médico para informarse correctamente de sus problemas de salud y los tratamientos a seguir. Debido a la edad, no es conveniente que asista solo a la consulta porque podría no entender, mal interpretar o no recordar lo que el médico le comunique sobre el diagnóstico, así como todo lo concerniente al tratamiento a seguir.
    10. Si es inevitable su ingreso en una residencia geriátrica, que ésta sea lo menos traumática posible. Hablar con el abuelo, con bastante antelación, sobre la necesidad para su bienestar, de que le brinden un cuidado especial; y esto sólo se lo podrán ofrecer en una institución de este tipo. Garantizar la visita regular y asidua; así como planificar paseos con él con los distintos miembros de la familia; su participación en casa en eventos especiales de la familia; y la continuidad de la relación con sus nietos.

    Psicóloga Claudia Alberto